sábado, 21 de noviembre de 2009

Amando a Otro

Nada dijo Rosa de cuanto había visto la noche anterior, cuando regresó el Capitán después de tantos meses de ausencia y la niña Irene lo recibió como a un desconocido, me bastó ver su cara para saber que lo mejor sería despedirme del vestido de novia y mis planes de criar niños rubios de ojos azules en los días de mi vejez. El hombre propone y dios dispone. Si una mujer ofrece la mejilla para que su novio no la bese en la boca, hasta un ciego puede ver que ya no siente amor; si lo lleva al salón, se sienta lo más lejos posible y lo queda mirando en silencio, es que piensa decírselo allí mismo sin rodeos, tal como tuvo que oírlo el Capitán: lo siento mucho, pero no me casaré contigo porque estoy amando a otro; así se lo dijo y él nada respondió, pobre, me da lástima, se sonrojó mucho y le temblaba la barbilla como una criatura a punto de echarse a llorar, yo lo vi por el resquicio de la puerta entreabierta y no lo hice por curiosidad. Dios me libre, sino porque tengo derecho a conocer los problemas de mi chiquilla, si no, ¿cómo la podré ayudar? No en balde la he cuidado y querido mucho más que su propia madre. Se me encogió el corazón cuando vi a ese muchacho sentado en el borde del sofá con los paquetes envueltos en papel de regalo, su pelo recién cortado, sin saber dónde meter ese amor que anduvo juntando todos estos años para Irene; buen mozo me pareció, algo y elegante como un príncipe, bien vestido como siempre anda él, tieso como un palo de escoba, un verdadero caballero, pero de poco le vale su pinta de galán, porque la niña no se fija en esas cosas y menos ahora que está enamorada del fotógrafo; camarón que se duerme se lo lleva la corriente, no debió irse Gustavo dejándola sola por tantos meses. Yo no entiendo a esas parejas modernas, en mis tiempos no había tanta libertad y todo funcionaba como es debido: la mujer callada en su casa. Las novias esperaban bordando sábanas y no andaban encaramadas al anca de las motocicletas de otros hombres; eso debío prevenirlo el Capitán en vez de partir de viaje tan tranquilo, yo lo vi desde el principio y se lo dije: ausencias causan olvidos: pero nadie me hizo caso, me miraron con lástima como si yo fuera una estúpida, pero no tengo ni un pelo de tonta, más sabe el diablo por viejo que por diablo. Creo que Gustavo adivinó que estaba frito, no había nada que hacer, ese amor estaba muerto y enterrado. Le sudaban las manos cuando puso sus paquetes sobre la mesa de la sala, preguntó si aquella decisión era definitiva, escuchó la respuesta y se marchó sin mirar hacia atrás y sin averiguar el nombre de su rival, como si en el fondo supiera que no podía ser sino Francisco Leal. Estoy amando a otro, fue todo lo que dijo Irene y debe haber sido suficiente, porque bastó para hacer trizas un noviazgo que duraba no me acuerdo cuántos años. Estoy amando a otro, dijo mi niña, y sus ojos brillaron con una luz que nunca antes vi en ellos.



De amor y de sombra, Isabel Allende.

1 comentario:

Demian dijo...

Waooo, esta entrada me ha caido como una premonicion de esas que llegan tarde, varios meses tarde, pero hoy vivo otra historia y quiza este a tiempo de corregir los errores que aun no he cometido...

No sabras porque te lo digo pero GRACIAS