domingo, 13 de septiembre de 2009

Tamijo


Sabe, usted no se despidio de mi.
Yo llegué un día, y me dijeron que ya no volveria.
Qué puedo decir, era de esperarse.
Sabe, quizas aun no era el momento.
Quizas sus heridas aun no eran curadas y todo se fue complicando.
Luego de su partida, qué más podia hacer yo que unirme a la resignación.

Los dias pasaban, y ya no veia su cabellera siempre desordena,
sus brazos llenos de libros y carpetas, y aquellos ojos que,
siempre parecian estar lejos, pero a la vez tan cerca.

Los lobos, sabe usted, siguieron persiguiendo a aquel cordero.
Y ahí estaba yo, escuchando cada una de sus palabras.
Eran como cuchillos que desgarraban la carne.
Sucios, malagradecidos, mentirosos y rencorosos,
decia yo sobre ellos, sobre aquellos que usted pretendio enseñar.

Y ahora, en una tarde como cualquier otra,
donde reviso pedazos de papel con escritos de Cortazar,
me encuentro con el color de sus lapices, los rayones a mis escritos,
las letras pequeñas entremedio de oraciones indicando qué estaba mal,
y sabe usted, cai en la cuenta, que no se despidio de mi,
que me ha dejado pruebas, trabajos y guias,
que no se ha despedido, profesora, amiga.

2 comentarios:

Santi dijo...

Igual no le gustaban las despedidas. Pasa a veces que sudan los ojos y es mejor dejarlo en el aire, coger tu paraguas y salir volando...

"Tú me abandonarás, por primavera, cuando mi corazón salpique y juegue"

Besos de invierno

Rosa dijo...

No me gusta ser categórica pero yo pienso que una ausencia de despedida puede significar dos cosas:
1.- que no le importas.
2.- que le importas tanto que aunque se marche siempre estará ahí, siempre volverá a tí.
Besos.