martes, 6 de octubre de 2009

Hilda


La luz crepuscular entraba suave por la ventana, y de esta forma aquella fotografia parecia revivir. Estaba colgando en la pared, de frente a la cama, donde siempre debio estar.

Habia una mujer, de unos viente y tantos años, mirando hacia algun lugar desconocido, apoyando su cabeza con su mano. Era bellisima, facilmente podria haberse confundido con esas actrices estilo "Casablanca", y el efecto blanco y negro hacia aún más notoria esta semejanza.

Y ahí estaba yo, muchos años más tarde, escuchando la historia de aquella fotografia, enterardome que habia sido elegida como la más linda de un sin número de fotografias de una exposición. Que las amigas de aquella mujer la llamaron felicitandola, diciendole que se veia preciosa. Que salio en los diarios, que era tema de conversación. Ahí estaba yo escuchando aquello, lo escuchaba de la persona que estaba a mi lado, una abuelita cercana a los noventa, flaquita, con esos ojos sin brillo, con artritis es sus manos, un bastón para poder caminar a causa del insoportable dolor de caderas y una voz temblorosa. Era la muchacha de la fotografia, con toda una vida ya sobre sus hombros.

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